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Aprendiendo a bailar bajo la lluvia

El miércoles 4 de Marzo el equipo tuvo la suerte de entrevistar a una de las jóvenes más sorprendentes y positivas a las que hemos tenido el placer de entrevistar, Miriam Fernández. Desde el primer momento consiguió crear un ambiente cercano, agradable y ameno. No nos dejó tampoco indiferentes lo bien que se expresaba y su capacidad para no ponerse límites de ningún tipo, a pesar de las dificultades diarias que se le presentan.

Eran las 5 ya pasadas, el metro había estado fallando desde por la mañana y no teníamos previsto llegar tarde y hacer esperar a Miriam que es una mujer ocupada. Cuando por fin llegamos a su oficina en Plaza de Castilla nos recibió con una gran sonrisa y nos propuso ir a un restaurante/bar habitual suyo.

Para nuestra sorpresa nos hizo cruzar una calle de doble sentido por mitad de la calzada, así que cruzando con un andador al límite, descubrimos que a ella no le frena nada, ni unos simples coches (a todo esto también habría que agradecer la amabilidad de algunos conductores que pararon en mitad de la nada para cedernos el paso)

“Voy a aparcar mi descapotable” (risas), cuando por fin nos sentamos en una estrecha y acogedora terraza cubierta por gruesos plásticos, comenzaron nuestros preparativos audiovisuales. 

Esperó pacientemente a que colocáramos la cámara nueva en el trípode nuevo, y ya cuando por fin, después de un buen rato, parecíamos tenerlo todo listo tuvimos problemas de iluminación: que si estaba a contraluz, que si teníamos reflejos del sol…Otra vez cambio de sitio y de nuevo colocar el trípode, la burbuja que controla el nivel…

Ya instalados y a punto de empezar, a Miriam le preocupaba que con la música de fondo no se pudiera escuchar bien, así que en un gesto de buena fe tiró de un cable intentando apagarla y no previmos que el radiador portátil se descolgara “¡Ayuda, por favor que no quiero que se me frían los sesos!” así que entre carcajadas comenzamos la historia de su compleja y fructífera vida.

Por si fuera poco después de la guerra que le dimos incluso quiso invitarnos al café.

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